Algunos gurús empiezan a llamar “una técnica nueva” a la divergencia de espátulas en diversas fases de las curvas de Ted Ligety y otros atletas de la Copa del Mundo. Siempre resulta arriesgado contradecir a quienes se dedican al estudio científico del movimiento y puede que, en efecto, según qué punto de vista la técnica pueda llamarse “nueva” . No obstante, si nos fijamos en esquiadores de hace más de 20 años, parece ser que ese gesto ha estado siempre ahí, porque es una simple reacción natural del cuerpo a unas condiciones dadas: cambio de dirección acusado, mucho ángulo en los cantos y presión relativa dominando sobre el pie interior.
Viendo fotos de los años 70 y 80 observamos, por ejemplo a Stenmark - o en los 90 a Tomba - con los esquís divergentes en muchas curvas. Es una consecuencia natural de estar apoyándose en el esquí interior en la fase final del viraje para conducirlo brevemente, levantarse sobre él, rolar y comenzar la nueva vuelta (a éste otro mecanismo de extender temprano sobre el interior también se le ha llamado "nuevo" hace ocho o nueve años cuando Ligety empezaba a destacar, pero cualquier corredor de los 80 corroborará que esto se aprendía adrede así en esa época, tratando de emular al corredor sueco). Salvando la evolución de los años, el material y los trazados, el gesto es prácticamente el mismo.
La función de esta habilidad es, básicamente, en la fase de máxima pendiente o salida de la misma - siempre bien equilibrados sobre el exterior - apoyarnos en el esquí interior, con el objetivo doble de darle dirección y comenzar la siguiente curva con presión en ese esquí lo más pronto posible. Esta presión sobre la pierna interior – flexionada - hace que el esquí exterior, con menor presión relativa, quede a menudo más canteado y divergente al estar su pierna extendida (probemos la postura en casa, incluso con las botas puestas, y observemos la posición en la que tienden a quedar los pies; comprobémoslo también si perdemos el equilibrio, y veamos cómo el pie interior tiende a dar un paso oblicuo en la dirección hacia la que nos desequilibramos; lo mismo sucede si cambiamos de dirección caminando con cierta velocidad: el pie interior tiende a moverse diagonalmente en la dirección a la que vamos). Con los grados de inclinación tan acusados que se consiguen hoy el gesto ocurre de manera natural; como hemos dicho otras veces, dejar las espátulas divergentes tras un cambio rápido de dirección no es exactamente algo que "hacemos", sino más bien algo "que pasa".
Ligety y otros deportistas son atletas singulares de un mérito indiscutible y el análisis de su esquí es muy interesante, pero creo humildemente que los gurús se exceden al llamar a esto en concreto una técnica nueva. Tal vez, mejor diríamos que usan a menudo y magistralmente un gesto que otros utilizaban menos, pero que ya existía. El mérito de estos deportistas está, creo, en otro lado; tal vez en su extraordinaria habilidad para aprovechar las fuerzas externas, en lugar de luchar contra ellas. La palabra “nueva” vende titulares y, unida a la “técnica”, es el sueño de toda revista de esquí, jaja, pero creo que exagera y puede contribuir a que, con nuestra clásica manía de verlo todo blanco o negro, nos vendan motos averiadas las temporadas que vienen, enseñándonos a llevar de nuevo los esquís con la vieja técnica de la tijera.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2015
Fotos obtenidas de epicski.com