Alpes 2018. Back on the road (4ª parte)
La verdad es que no apetecía mucho lo de esquiar, así que decidimos ir poniéndonos en marcha camino de Monte Rosa, estación que ya conocí el pasado año y a la que me apetecía mucho volver. Y sabiendo que el frikiraider la iba a disfrutar como loco, mas con las previsiones de caer y de caer todo el fin de semana.
Nos decidimos, vistas las previsiones, a hacer descanso estos dos días oscuros que se pronostican, y terminar las reparaciones pendientes, encontrar un camping para una noche donde hacer coladas, duchas de las de verdad (aunque la del igloo está funcionando de cine, no es como para explayarse) y volver a reponer aguas, vaciar depósitos y esas cositas que conlleva la vida ambulante que nos estamos dando.
Así que de nuevo recogida y caminito el sábado por la mañana.
Back on the road.
Día 15, sábado 10 de marzo de este año que nos acontece 2018.
Emprendemos camino hacia el valle de Lys. Nuestro destino, Gressoney St. Jean, pueblo italiano con nombre francés donde los haya. Lo que tienen las fronteras. Hemos visto un camping donde pensamos hacer noche, a unos 14 km. De Gressoney-La-Trinité y Staffal o Tschaval, donde ese encuentra la zona que da acceso a pistas, y donde nos instalaremos mañana con el propósito de esquiar, aunque parezca mentira.
En el camino, nueva parada en macroalmacén de bricolaje, en las proximidades de Milán, con grandes risas por parte de Salva y recochineo en directo en el foro, todos a coro.
Pero la cuestión es que encuentro los trozos necesarios para completar nuestras reparaciones, parece que podremos recuperar del todo nuestro maltrecho igloo. Bueno, ya no está tan maltrecho, solo un poco constipado. Si es que le hacemos cada cosa.
El camino no tiene mucha historia, una vez abandonado Sondrio, a lo largo del lago de Lecco.
Llegar a Milán, circunvalación, tráfico, mas tráfico, un poco de tráfico, y dirección Turín y luego Aosta.
En Pont-Sant-Martin, desvío al valle de Lys, y unos cuarenta kilómetros de curvitas hasta Gressoney. Nos pilló la subida nevando un poco, pero lo gordo caería el día siguiente.
Encontrar el camping, instalarnos, duchas y abluciones varias sin economías de agua, es todo uno. Hoy tenemos hasta electricidad ilimitada. Podemos hasta ahorrar gas y enchufar el calefactor eléctrico.
Después, momento colada. Dejo a Salva a cargo de la lavadora, y me voy dando un paseo hasta el pueblo, por aquello de ver vida humana mas allá de colega de ruta. Poca hay. Pero bueno, un día tranquilo, rematado con una cervecita y ración de jamón al llegar de vuelta.
El artista, ejecutando. Si, ejecutando.
Mientras, Salva ha tenido sus mas y sus menos con las máquinas, pero parece que ya está todo controlado, lavado secado y en forma. Este tío vale mucho.
A dormir, y hoy el pis, fuera de nuestro limitado toilette, en un mingitorio de verdad.
Día 16, domingo 11 de marzo del año de 2018, dicen.
Nos levantamos en el camping. Empieza a nevar.
De nuevo aprovechamos las instalaciones para marchar con todo limpio, vaciado, llenado, ¿me voy haciendo pesado con esto? Es que es una de las partes de viajr así que hay que tener en cuenta en el día a día, sobre todo cuando no se sabe cuándo o dónde se podra hacer, y teniendo previsto que los próximos días podemos estar sin servicios. Y que lo hemos pagado, oiga, que va en el precio del camping.
La subida hacia la zona deseada, entre nieve y mas nieve. Sigue cayendo, y va haciéndose presente en el firme. Ello no es óbice ni cortapisa para que nos crucemos o seamos sobrepasados por émulos de Enzo Ferrari o parientes próximos, como si esto fuera una autopista en verano.
Llegamos al área de camper que hay en Staffal, que encontramos vacía excepto por una capa de 25cm. de nieve, donde Salva juguetea un poco.
Vistos los precios, los servicios, nuestras necesidades, la distancia a remontes y la escasa atención recibida (para ser preciso, nula) continuamos hasta el parking general,
frente a los remontes según nuestra costumbre, y decidimos hacernos fuertes en una parcelita casi plana, entre la nevada general, que será nuestro aposento en los próximos días.
Organizar el campo, dar un paseo para situarnos, ver los tres bares de los alrededores y decidir donde hacer un refrigerio, el día transcurre sin incidencias ni incidentes, ya que hemos decidido dejar lo del esquí para mañana, que promete mejor día y nieve fresquita.
El refrigerio, aceptable.
Incluso, Salva anda en busca de unos esquís “ad hoc” para disfrutar a tope de lo que se espera, y tras encontrarlos y dejar los otros a dar un repaso, que van necesitando, nos retiramos prudentemente a soñar con montones de nieve.
Las vistas desde casa.
Así termina el día.
Día 17, lunes 12 de marzo de 2018.
Amanece por la mañana. Y hace sol.
Nos encaminamos a pistas, finalmente sin los esquís gordos que Salva buscaba, por desacuerdos de última hora, pero igualmente dispuestos a gozar la nieve.
MonteRosa es una estación pqequeña, en teoría, que abarca tres valle3s y cinco sectores diferenciados. El mayor ellos, desde Champoluc hasta Alagna, une los tres valles, mientras los otros cuatro son zonas aisladas en la entrada del Champoluc tres de ellas, Champorcher, Brusson-Estoul y Antagnod y la cuarta en la de Gressoney, En el pueblo de Gressoney-Saint-Jean. La orientación principal es el freeride, lo publicitan como “Freeride Paradise” y la verdad es que todo el terreno es esquiable, dentro, alrededor y fuera de las pistas. Sobre este aspecto os enlazo con los recientes report de sache y tonioviedo, Una semana de viaje al Monterosa y Freeride Monterosa, que os harán ver mucho mejor que yo las posibilidades de esta fantástica y poco conocida estación. Pero no hay que olvidar el otro punto de vista, que es el mío, el del esquiador turista. Y no defrauda en absoluto en este aspecto tampoco. Bien es verdad que parecen pocas pistas, pero son variadas y divertidas, cambian de estilo de sector en sector, y nunca se hace pequeña. De hecho, yo llegué a perderme en la zona alta de Champoluc en mi primera visita el pasado año. Siempre hay un rincón por donde no has pasado. Si hay que advertir que la inmensa mayoría son pistas rojas, unas mas oscuras que otras, pero siempre tienden a ser exigentes, aunque muy entretenidas. Para repetir y repetir. Y también, que las mas complicadas son las de regreso, negras o bien rojo oscuro, con lo que todo en conjunto exige un cierto nivel de esquí, aunque siempre hay alternativas para sortear lo peor en forma de silla o cabina que te devuelva la zona mas tranquila. La zona mas habitada, y mejor para alojarse en un entorno mas “social” el Champoluc, desde donde, además, el acceso es cómodo a pistas. Gressoney-La-Trinité, pese a estar mas centrado tiene peor el acceso al meollo, y Staffal, donde nosotros nos establecimos, es el mejor punto cara a esquiar, pero poco mas que tres hoteles y residencias y un par de establecimientos de restauración.
Las malas lenguas dicen que se ve el Cervino desde aquí, pero a nosotros se nos ocultó todo el tiempo. Estamos solo a un valle por medio de Cervinia, y parece que hay un proyecto de unión que, junto con Zermatt, con formaría unos de los mayores espacios de esquí de Europa
Nuestro día en Monterosa comenzó subiendo hasta el punto mas alto desde el que se puede bajar por una pista, ya que el desde el último remonte que te lleva hasta Punta Indren no hay pistas, solo monte nevado.
Me las prometo muy felices, el año pasado me quede con ganas de conocer esta parte de la estación, que el tiempo meteorológico y cronológico me impidio.
Y comenzamos el laaaargo desceso desde el passo Salati, casi 3000m. hasta la localidad de Alagna, a 1200. Una preciosa pista negra, que se suaviza después y queda en roja en su segunda mitad te lleva hasta abajo.
Y a mi, me destruye. Es que no estoy para estas cosas a primera hora de la mañana. Total, que voy boqueando para abajo, consigo llegar, con las correspondiente paradas técnicas, pero no hago carrera de mi en el resto del día.
El abajo del todo.
Me tomo descansos variados mientras Salva disfruta de todo aquello, pero no recupero ni a tiros, así que, a poquitos, y haciendo frustrados intento por esquiar de un modo decente, consigo volver hasta la cabina que me devuelva a la vida. Un último rastro de orgullo me hace reunir todas mis escasas fuerzas para pode bajar esquiando por la pista negra que lleva de vuelta a Staffal. Y consigo terminar el “día de la pájara” con una weissbier en la mano y solecito en la cara.
Incluso esta última bajada me devuelve algo de fe en mi mismo. Naturalmente, el colega frenético, libre de rémoras, se recorre todo lo que quedaba de estación y vuelve con ganas de repetir. Me alegro.
Damos por finalizada la jornada, como tantas otras, a base de jamón de nuestra bdega, y nos retiramos a los aposentos esperando que mañana podamos superarnos.
Día 18, martes y 13 de marzo del año.......2018
Otro buen día, al menos en lo que el cielo es tirando a azul y la nieve tirando ablanca. Todo iluminado por un agradable solecito que promete buenos momentos si el cuerpo se deja. Y hoy si se deja. Por fin.
La decisión fue regalarnos hoy otro de esos d´çias extras no incluidos en nuestras invitaciones, ya que para Monterosa solo hay un día de gorra, y no nos arrepentimos de hacerlo, es de los sitios que mas nos han gustado
Nos dirigimos hacia el lado opuesto al del día anterior, recorremos poquito a poco todo el sector de Champoluc y la zona de Staffal. Pista a pista, progresivamente, cada vez pasándolo mejor, algún descansito para no forzar la máquina mas de lo justo, y todo transcurre por los cauces adecuados. Muy bien.
Como se puede ver, es mas fácil encontrar donde comer que una pista de squí, en este lugar.
Nos invitamos a una pizzas, para rematar la faena, y volvemos a hacer las maletas para encaminarnos al siguiente destino.
Tras arduas deliberaciones, y pedir consejos en el foro, nos decidimos por seguir las indicaciones de Wedeln, veterano en el viaje en autocaravana, que ya anduvo por estas tierras, y seguimos los pasos que indica en su report sobre Via Lattea. Nos decidimos por Sauze d´Oulx, que es la mas cerca de nuestra ruta a Vars se encuentra, y además, es un auténtico pueblo de montaña, con sus varios aditamentos modernos, en lugar de un “resort” artificial como Sestriere.
Asi que otra vez en la carretera. Vamos haciendo las labores propias de nuestra condición errante, de limpiezas, cargas, descargas, repostados y rellenados, para recuperar nuestra autonomia para los próximos días.
Llegando a Sauze, nos aposentamos en una de las zonas de Autocaravanas existentes, concretamente la que se encuentra en Sportinia, con acceso directo a remontes y desde pistas. Es que ya nos hemos acostumbrado a esto de estar en primera linea de playa, y cuesta hacerlo de otro modo.
Nos damos un paseo por el pueblo, que, efectivamente, conserva el sabor tradicional en gran parte de su entorno, e incluso vemos vida después del esquí, cosa que brillaba por su ausencia en otros lugares. Aunque quizá el apelativo de “Ibiza de los Alpes” le vaya un poco grande.
Una rica cena de carpaccio y pasta completa un día que anduvo cerca de lo perfecto. Hoy no se ha roto nada, no he reparado nada, y las cosas funcionan como se esperaba de ellas. Un aburrimiento, óigame usté.
Desde mi ventana, por la noche. Parece que , efectivamente, hemos dado con el buen lugar.
Día 19, miércoles 14 de marzo, todavía 2018.
Pues vuelve a amanecer. No lo hubierais esperado, ¡eh!
Vuelve a hacer sol, y a nuestra disposición la tercera bola extra del viaje. Via Lattea. Bueno, un trocito de Via Lattea, que en un día no da para mucho mas.
El dominio Via Lattea se comppone, nada mas y nada menos, que de Sestriere, Sansicario, Sauze d´Oulx, Cesana, Oulx,Claviere, Pragelato y, en el lado francés del monte, Montgenevre. Y es muy grande. Mucho grande. Enorme. Y con un mapa de pistas que nos causó un problema, porque para meterlo todo en el, está tan reducido que parece otra cosa. Cuando creímos, tras recorrer mucha distancia que estábamos en la otra punta, solo habíamos llegado a Sestriere, al ladito de Sauze. No voy a contar mucho de ella, ha sido protagonista en numerosos reportajes y artículos del foro, y además nuestra visión fue muy parcial, pero las sensaciones de inmensidad, de cantidad de espacios para todos los gustos y de que no hacen mas porque ya tienen suficiente han sido las que nos han quedado tras este día.
Salimos a esquiar, de nuevo, aunque parezca mentira.
Desde el mismo parking Sportinia, como dije, tenemos el remonte del mismo nombre, y pista remonte, pista remonte, enlazamos hasta llegar a Sestriere. con su característica arquitectura de pueblo creado en los años 60 para, en su entorno, fabricar una estación de esquí.
Una estupenda estación de esquí.
Pistas de todos los colores, largas, recorremos gran distacia y solo estamos en Setriere. Bajamos hacia Sansicario, volvemos a Sauze, recorremos también todo su área, el día cunde. Y se disfruta. Merienda cena en las pistas, y para casa.
Decidimos darnos otro día mas, hasta el viernes no tenemos esqúi en Vars, así que nos mantenemos impertérritos en el mismo lugar.
Por la tarde, otra vuelta por el pueblo mientras el frikiagotao se relaja.
Compras de típicos recuerdos para la familia, bien gracias, y algun zumo fermentado de cebada, en compañía de la fauna local, que naturalmente no es local, con predominio de personal holandés y británico (estos, fácilmente distinguibles por sus conocidos signos externos en forma de gritos de exaltación, ambulacíón anormal y otras evidencias de la poca sangre que corre pos sus venas, desocupada por el alcohol) e incluso acompañado por música en vivo en algún local. Y además, que suena muy bien.
De nuevo, retirada con cena ligera de casa, en la esperanza de un nuevo día redondo como el de hoy.
Pues no.
Día 20, jueves 15 de marzo. El año, creo que 2018.
Pues no.
Se arranca a nevar, de nuevo, en torno al alba. Un frio de demonios. Nieve. Mucha nieve. Parece mentira, como cae y cae sin cansarse. Las nubes, cerradas ya a la altura que estamos. El monte ni se adivina. Casi que lo de un día mas aquí será en otra ocasión, porque hoy los hados no parecen propicios.
Así que nos ponemos en marcha. Resulta cansino contarlo, pero es que cada vez que nos movemos, nos ponemos en marcha. Y ha pasado muchas veces. Ya van quedando menos, no desesperéis ni os aburráis en demasía. Nos ponemos en marcha, decía.
Tenemos por delante poca distancia, pero muy revirada, ascendente y descendente, y en condiciones digamos que complicadas.
La bajada desde Sauze d´Oulx se da bien, luego ya se complica la cosa subiendo Montgenevre. La carretera se va cubriendo y empezamos a ver vehículos complicandose la vida y complicándonosla a los demás.
Al final, lo inevitable. Alguien se queda en medio, hay que parar y a pesar de los neumáticos de invierno, el arranque en pendiente no es el fuerte de nuestro igloo, quiza por un problema de reparto de pesos. Tranquilidad y cadenas. Hasta arriba. Sin problemas.
Una vez desencadena dos, descendemos por una impresionante bajada, que nos deja en Briançon, a las puertas de Serre Chevalier, y continuamos hacia Vars.
La nevada se intensifica durante la subida hacia nuestro destino, y de nuevo el destino, en forma de coche cruzado en la calzada, nos obliga a encadenarnos.
Y así llegamos a Les Claux, lugar donde permaneceremos la siguiente semana, gracias al sobre suculento de Alpeskí con que Salva resultó agraciado en PortAiné.
No tendremos apartamento hasta el sábado, así que nos disponemos a instalarnos en el área de autocaravanas, que además está francamente bien, con servicios y casi dentro de pistas. Pero no, resulta que todavía no ha tocado limpiar la subida que conduce a ella, así que es inaccesible, inalcanzable para nosotros en este momento de nuestro ciclo vital.
Por suerte, una gestión con la responsable del apartamento en que nos instalaremos el sábado nos permite pernoctar en su parking. Mañana será otro día y recorreremos los cientos de metros que nos separan del destino.
Esto ya es cosa del siguiente trozo, en que contaremos lo acontecido en la semana en Vars, con sus luces, muchas, y sus sombras, que alguna hubo.