La primera noche y por un error con la reserva (sencillamente no la habíamos hecho) nos vimos en la estación sin lugar para dormir. Echamos mano de una conocida de la que ya he hablado, Sara Kalantari, que junto con su novio Iman nos ayudaron a alquilar una casa a un remontero de la estación, Mehdi. La típica casa iraní de un local, camas de colchón de lana en el suelo, una gran cocina con un samovar (para calentar agua), w.c. con la manguerita para la higiene más íntima al estilo islámico (y la consiguiente ausencia total de papel higiénico que conviene llevar siempre). Por supuesto, un enorme frigorífico y televisor que usamos para ver la parabólica y descubrir que un canal porno ya sea hetero o gay no es demasiado difícil de poder ver y que otra vez más, TVE internacional se empeña en unir a los españoles… en el sentimiento de estar viendo lo peor de este país.
Por 50 verdes (50.000 tomanes o 30 €) pudimos comprobar cómo era una casa de este tipo y sobre todo dormir caliente después de varios días de poco sueño a la vez que pegarnos una buena ducha después de esquiar. La principal comodidad residía en que estaba a 10 metros de la taquilla de la estación y el remonte. De todos modos, al día siguiente al ir a comer al Hotel nos comentaron que había una habitación libre y en seguida le dimos el "sí, quiero".
El hotel, aunque tampoco sea más que un edificio tipo albergue bastante deteriorado te da la comodidad de tener habitación y comida a pie de pistas y poder conocer a más gente en la cafetería para disfrutar de una conversación con iraníes que siempre es fácil de entablar.
El personal del Hotel, incluido el director, Assadollah Shemshaki hacen que todas las deficiencias queden mitigadas y se pase una agradable estancia. La comida es repetitiva, los dichosos kebab, de pollo, de cordero o mixto (siempre con arroz con mantequilla), aunque tienen una especie de trucha asalmonada que no estaba nada mal. Mientras Elur bebía una cola local, yo me aventuraba con el doogh, una especie de batido con yogur, agua, menta y sal que no está nada mal, que paradójicamente es bastante refrescante y que Elur no se dignó a probar.
Hay que resaltar que por el precio del forfait (14 verdes, 14.000 tomanes o 9 €) nos dan un vale para una comida en el Hotel. Entre semana te ofrecen ensaladilla rusa (russian salad y no es broma), pizza o una sopa bastante contundente que se toma empapando pan, y los fines de semana (jueves y viernes) te dan unas galletas y un refresco o un colacao persa, café de sobre o té. Las habitaciones disponen de TV y frigorífico, pero nada de pelis americanas ni cerveza fresca (perdón, sí tenían cerveza sin alcohol, 0.0 de verdad).
Cuando se llega al Hotel conviene avisar para que nos suban las maletas en un remonte propio para aprovisionamientos, especialmente si hay mucha nieve. Nosotros como pardillos tuvimos que patearnos unas escaleras dignas del tramo final del Everest que, con maletas, esquís, botas y bricks de zumo de granada, te hacen pensar que lo de los sherpas es algo más digno de tener en cuenta, nos sentimos del gremio por unos minutos. Por contrapartida dispone de dos remontes en la puerta, un arrastre que no llegamos a usar y un telesilla que te lleva desde allá donde abarcas toda la estación ¿para qué quieres más?
Conviene tener en cuenta que el único teléfono de uso publico del que disponen funciona con tarjeta (no de crédito, ya que las americanas o europeas no sirven de nada en Irán) y en la recepción no venden, aunque te dejan llamar a casa desde las oficinas por un par de euros si no te pasas con el minutaje y tampoco te controlan demasiado. Conviene asegurar la reserva en temporada alta y prefijar los días que vas a estar porque te puedes encontrar con la sorpresa de que un día a las 2 te dicen que a las 3 debes abandonar tu habitación porque estaba reservada.
La estación está claramente dividida en dos zonas. Una a la que da servicio el telesilla del Hotel y la otra es la que da a la taquilla principal y que dispone de otro telesilla. En cualquier caso las dos están comunicadas en la parte alta y bien tomando uno u otro, se puede acceder a toda la estación. Hay otros cinco arrastres pero para una persona de nivel medio no hacen falta más que los dos telesillas.
En la zona media y justo donde se unen las dos zonas principales existe una cabaña donde es posible comer fast food o tomar un refresco mientras cotilleamos entre los más jóvenes y modernos de la estación. Nada que no se pueda ver en cualquier estación conocida. Perdón, aunque prohibidas, aquí se puede fumar una shisha de tabaco y no me imagino lo mismo en otras estaciones porque pienso que además llevarían algún otro ingrediente.
En general el balizamiento de las pistas es inexistente, lo que provoca que en días de niebla se pase realmente mal para saber si se está en pista o fuera de esta. No tiene nada que ver con el estándar internacional y por supuesto no hay señalizaciones de peligro o de salida del área de esquí con lo que conviene tener cuidado. A poca distancia de la estación superior del telesilla del Hotel y a mano izquierda según bajamos hay un embudo en el que no resulta difícil entrar si no se conoces la estación y la niebla es espesa y nos podemos ver en algún apuro si la nieve es profunda ya que puedes quedar hundido literalmente. En otros casos como nos sucedió fuera de pistas bastante cerca del hotel, te puedes hundir hasta el pecho en la nieve justo en el borde más o menos seguro en una cornisa. Aunque posiblemente no hubiera pasado nada, te acojona bastante pensar que eres tú el gilipollas que vas a provocar un alud por tener menos precaución de la necesaria.
En la parte del hotel hay buenos fuera de pistas con una pendiente considerable aunque realmente los mejores y más peligrosos por las avalanchas, están en la otra zona. Por detrás de los remontes también tenemos acceso a otras zonas en los que ya conviene ir reparado con fijaciones de travesía o mixtas para las aproximaciones a diferentes aventuras más importantes y algún elemento de seguridad para aludes. Podríamos definirla algo más cerrada por las montañas que Dizin que se encuentra en un valle más abierto y luminoso que Shemshak, justo al otro lado del pico de esta foto. De hecho, por la carretera que se ve abajo, se puede subir al aparcamiento Jadeh-Bala de Dizin, desde donde podemos bajar esquiando o en telecabina a la base de esa estación.
El pisado de pistas se suele hacer a diario aunque hacen un peinado algo suave. Unido a que normalmente hay nieve fresca, hace que en cuanto pasan unos pocos esquiadores se formen bañeras. Los fines de semana se puede esquiar desde las 6 hasta las 12 de la noche en la pista cercana al hotel por poco dinero más.
En definitiva, creo que es una estación que bien merece la pena conocer si se va a Irán. Si se quiere descubrir nuevas culturas y formas diferentes de vivir el esquí es un buen complemento. Creo que se puede pasar una semana perfectamente si incluimos al menos dos días en Dizin. Quizás una semana en Shemshak sea demasiado tiempo a no ser que haya mucha nieve. Pero merece la pena. De hecho estoy deseando volver.