Cada año alguna gran estación de esquí de los Estados o Canadá pasa a manos de alguna de las grandes empresas del sector. La última de ellas nada menos que Arapahoe Basin, comprada por Alterra Mountain Co. Esta compañía y otras como Vail Resorts, Mountain Capital Partners, Boyne Mountain o Powder Corp, controlan más de la mitad del mercado del turismo de nieve en Norteamérica.
Solo algunas grandes estaciones como Jackson Hole o Sun Valley se mantienen al margen en manos de propiedad familiar. Al menos de momento.
Al otro lado centenares de estaciones en Norteamérica que se han quedado fuera de este mercado, bien porque por tamaño no interesan a nadie, o porque tienen unas condiciones de nieve más complicadas habitualmente, o incluso porque tienen un acceso muy complicado, alejadas de cualquier gran núcleo urbano o incluso aeropuerto.
A finales del mes de agosto de 2019, tan solo unos meses antes de que una pandemia mundial lo cerrara todo, nació Indy Pass. Esa temporada con 34 estaciones de esquí asociadas a un precio de 199 dólares.
Como bien indica el nombre, el Indy Pass es un forfait totalmente independiente de las grandes operadoras de estaciones de esquí. Pero su funcionamiento es algo distinto al de un abono de temporada habitual. Comprarlo te da derecho a dos días de esquí gratuitos en cada uno de los complejos invernales asociados.
Este año acaba de salir a la venta por 279 dólares para los que renuevan, o 329 dólares para los que tengan la suerte de comprar uno por primera vez. Y es que para evitar que haya masificaciones en estas estaciones de esquí, se vende un número limitado de Indy Pass cada año. En general se agotan a los 10 ó 15 días de ponerse a la venta.
Este año ya son más de 185 estaciones asociadas, lo que significa que ya tienen 370 días de esquí, pero prometen llegar a los 200 centros invernales asociados antes de que llegue la próxima temporada, o aplicarán el descuento correspondiente a todo el mundo.
¿Por qué tiene tanto éxito el Indy Pass? Es evidente que su precio es un gran atractivo, pero por otra al dar acceso a solo dos días por estación (se pueden comprar más forfaits si se quiere, con un 50% de descuento) obliga a los esquiadores a ir buscando otros complejos invernales para seguir aprovechando las ventajas del pase.
Mucha gente está descubriendo verdaderas joyas a las que nunca se hubieran acercado de no ser por el Indy Pass. Estaciones de esquí alejadas de las grandes corporaciones, con un perfil de esquiador muy local y una gastronomía de la zona adaptada a un cliente de proximidad.
Para estas estaciones de esquí está siendo también un maná, ya que están recibiendo esquiadores que antes no se acercaban, están dándose a conocer y en muchos casos hasta les está entrando un flujo de caja que permite dar viabilidad económica.
El propietario del Indy Pass, un tipo muy apasionado del esquí que creó un software para estas pequeñas estaciones, es consciente de la importancia de este pase para estos centros invernales fuera del circuito turístico, y por eso tan solo se lleva una comisión del 15% por cada esquiador que llega a sus remontes. El 85% restante va a estos complejos turísticos.
El crecimiento del Indy Pass está siendo muy alto. Apenas llevan tres años en el mercado, y han pasado de aquellas 34 estaciones iniciales a las 200 que llegarán este próximo invierno, lo que le convertirá, de largo, en el forfait de temporada de esquí más grande del mundo.
Como novedades para la próxima temporada de esquí, está la inclusión de cuatro de las cinco estaciones de esquí de Pacific Group Resorts, incluida su buque insignia Jay Peak que llevaba ya unos años, de cuando no pertenecía a esta empresa. También otros tres centros invernales y por primera vez empresas de cat-skiing, aunque en este caso solamente es un 10% de descuento.
De las 185 estaciones de esquí asociadas, unas 140 son de alpino, repartidas entre Norteamérica (119, la mitad de ellas en New England), Japón (12) y Europa (solo Skiwelt en Austria). En todas ellas el poseedor de un Indy Pass tiene 2 días de forfait incluidos.