Algunas profesiones exigen mantener una condición física que permita desarrollar satisfactoriamente tareas vinculadas a su actividad. Las personas que trabajan en el sector de la nieve, deben ser conscientes y consecuentes con esta necesidad.
Realizar actividad física en alta montaña provoca más fatiga que realizar actividades en altitudes menores.
Los cambios en la presión atmosférica vinculados a la altura, provocan una disminución de la concentración de los gases que encontramos en la atmósfera, como el oxígeno. A partir de los 2000m de altitud, el rendimiento físico se ve claramente afectado por la disminución de oxígeno.
La deshidratación se acentúa por distintos motivos. La concentración de vapor de agua a 2000m, disminuye al 50%. Respirar aire seco, nos obliga a humidificarlo cuando entra en nuestro organismo, causa importante de pérdida de agua.
Los efectos termorreguladores que pone en marcha el cuerpo expuesto a fuertes vientos, también acentúan la pérdida de agua corporal.
La exposición solar (menor protección por menor concentración de vapor de agua) se multiplica con el efecto espejo (albedo) del blanco de la nieve y expone a nuestro organismo a un desgaste severo por falta de hidratación.
El frío (la temperatura disminuye 0,65ºC cada 100 m) acelera el metabolismo y el consumo de calorías para lograr un aumento de la temperatura corporal.
Si a todos estos condicionantes, les añadimos la necesidad de estar activos, despiertos, ágiles y tomar decisiones, de vez en cuando importantes, podemos afirmar que una buena condición física es indispensable para afrontar la temporada de invierno.
Desde el primer día de trabajo, la exigencia física es alta. Preparar la estación para abrir al público, con métodos de transporte escasos, sin nieve o con nieve insuficiente para desplazarnos con esquís…hace que nuestro rendimiento físico deba estar a la altura desde el minuto cero. Llegas a casa el primer día y acusas las horas transcurridas en altura y el ejercicio realizado, deseando que la aclimatación y la adaptación a las condiciones del medio, se produzca en el menor tiempo posible.
En este momento de la temporada, aún son pocas las decisiones trascendentes que debes tomar. Pero no falta demasiado tiempo para que el “parque” abra sus puertas al público, momento a partir del cual, debemos rendir lo suficiente para desarrollar nuestro trabajo, mantener la capacidad de concentración, la claridad de ideas y la capacidad de tomar la decisión acertada en el momento adecuado.
El cerebro decide mejor cuando nuestras reservas energéticas se encuentran en un buen nivel. Las personas que trabajan en una estación de esquí, deben ofrecer la mejor calidad de servicio a sus clientes y velan constantemente por su seguridad. Un medio hostil, como es la alta montaña, aunque ordenado y preparado para desarrollar actividades masificadas, nos recuerda su dureza cuando nos encontramos en situación de desventaja, de peligro. Cuando el ocio se convierte en pesadilla, los profesionales de la nieve deben actuar, rápida y eficazmente. Sin cometer errores.
Anticiparse a los problemas cuando miles de personas embarcan en la instalación que estás conduciendo no es fácil. La monotonía de la actividad puede llegar a provocar relajación, cansancio y lentitud para reaccionar con la velocidad que requiere una situación de peligro.
Palear la maravillosa nieve recién caída que cubre los embarques y desembarques de las instalaciones de transporte, los elementos de seguridad que visten la estación, las arquetas de los cañones, las señales de información, los polvorines…requiere la fuerza-resistencia en brazos y torso que permita desplazar la nieve una y otra vez, tantas veces como sea necesario. La exigencia se multiplica si de nuestra fuerza y serenidad, depende que saquemos a alguien que ha sido atrapado por una avalancha.
Desplazamientos con esquís, a menudo cargados con material de trabajo, camillas, herramientas…Un aviso de accidente que puede encontrarse en una zona fácil o difícil. Con nieve dura u honda. De gravedad o de poca importancia. No se puede llegar justo de fuerzas si no se quiere cometer un error de procedimiento o de decisión.
Estar en forma es imprescindible para ser un buen profesional y ofrecer el mejor servicio a los clientes que visitan la estación de montaña donde se trabaja.
Un otoño deportivo es la mejor manera de preparar la condición física para afrontar el invierno. Andar por la montaña, correr, practicar ciclismo, escalada, gimnasio, suspensiones…fortalecer el tren superior e inferior de nuestro cuerpo, incidiendo en la mejora de nuestra capacidad aeróbica y en el trabajo de la fuerza-resistencia, nos ayudará a ejercer nuestra profesión y a obtener el mejor resultado.
Así pues, a cuidarse, a entrenar y a disfrutar de un nuevo invierno que se acerca muy deprisa.
Nos vemos en la nieve!