Comprendamos el esquí (Capítulo 3)
Al igual que una computadora, el cerebro humano depende para sus análisis de la información que le llega proveniente de sensores o fuentes las cuales le envían los mensajes con la información que requiere para lograr llegar a conclusiones.
Lamentablemente el ser humano no fue originalmente construido para esquiar por lo que no cuenta con los sensores apropiados para captar la información correcta, lo que lo lleva a conclusiones equivocadas.
Como ejemplo de esto hagamos el siguiente análisis:
Si nos paramos en la cumbre o en la base de una pista y observamos a un buen esquiador realizando virajes de radio pequeño, lo que observamos es que el tronco prácticamente no se mueve y que las piernas se desplazan de un lado al otro con relación a éste. Conclusión a la que llega nuestro cerebro; “parece que esquiar consiste en mover las piernas de un lado al otro del tronco”.
Luego comenzamos a esquiar realizando similares virajes de radio corto y sentimos que las piernas se desplazan de un lado al otro confirmando lo observado anteriormente. Estas dos fuentes de información se reafirman mutuamente y el cerebro deduce que encadenar virajes esquiando consiste en desplazar los esquíes de uno a otro lado del tronco por medio de una acción muscular de desplazar las extremidades inferiores lateralmente.
¿Es esto realmente lo que ocurre? Definitivamente no. Si fuese así, al analizar la huella dejada por el esquiador en la nieve, se observaría que ésta obligatoriamente estaría interrumpida al final de cada viraje y comenzaría de nuevo, corrida hacia el lado un poco mas arriba como consecuencia del desplazamiento lateral de las piernas y por lo tanto de los esquís, hacia el otro lado del tronco (ver imagen 1-A).
Sin embargo la huella dejada por un buen esquiador no es así. Al observarla vemos que es una línea continua con forma de S, sin interrupciones entre una curva y la siguiente (ver imagen 1-.
Entonces, ¿Qué es lo que realmente ocurre?
El problema es que nuestro cerebro fue engañado por dos sensores o receptores de información que le dieron información equivocada, por lo que llegó a conclusiones erradas.
El primer sensor fueron nuestros ojos. Ellos estaban mirando desde un punto de vista que no le permitían observar el punto de referencia primario, es decir, el desplazamiento del esquiador con relación al suelo. Solo observamos los movimientos de las extremidades inferiores en relación con un punto de referencia secundario que es el tronco (ver imagen Nº2).
Por otro lado, al analizar nuestra propia ejecución, utilizamos el segundo sensor que son los propioceptores. Estos son los sensores que nos indican la posición de nuestros segmentos los unos con relación a los otros. Si colocamos una mano detrás de la espalda no necesitamos mirarla para confirmar que esta se encuentra en ese lugar ya que a través de los propioceptores ubicados en nuestras articulaciones, tomamos conciencia de nuestras posiciones relativas y la información es enviada al cerebro. Sin embargo, como ya lo dije anteriormente, estos receptores kinestésicos solo funcionan en relación de segmentos con relación a otros segmentos del cuerpo y no en relación con la nieve que como ya demostramos es el punto de referencia primario y válido, lo que genera una conclusión equivocada.
La prueba indiscutible e irrefutable de que lo que vimos y lo que sentimos no es lo que realmente ocurrió es la huella dejada en la nieve por el esquiador.
Y bien, entonces, vuelvo a preguntar ¿Qué es lo que realmente ocurre?
EL LUGAR DESDE DONDE SE OBSERVA
Para observar lo que realmente ocurre cuando se esquía es necesario mirar al esquiador desde un punto de vista que es muy difícil de lograr, este es, desde encima de la cabeza de éste hacia abajo verticalmente. Este es el punto de vista ideal para observar y analizar a un esquiador en forma integral y tomando en consideración el punto de referencia primario en su real relevancia. (Ver la comparación fotográfica de la página siguiente y las figuras 3 y 6 de la página siguiente).
Si hubiésemos podido observar al esquiador desde encima, habríamos visto que a la salida de cada viraje durante el desplazamiento global del esquiador hacia el valle, es su centro de masa el que acelera transversalmente por sobre los esquíes, cruzando sobre ellos hasta quedar al otro lado.
Dicho de otra forma, son las caderas y parte baja del tronco (área cercana al centro de masa el cual esta ubicado cerca del ombligo) las que cruzan diagonalmente por sobre los esquís hacia delante y abajo y no los esquís los que cruzan bajo las caderas hacia arriba. Esto es resultado de ciertas acciones musculares que le permiten a las fuerzas externas arrastrar el centro de masa hacia el otro lado.
Los propioceptores perciben que ahora los esquís han cambiado de lado en relación con la pelvis sin reconocer la razón de este cambio debido a su incapacidad de relacionarse con el punto de referencia primario ni con el hecho de que todo el esquiador está en desplazamiento por el espacio hacia abajo por efecto de una fuerza externa.
Hace algunos años, en tanto director de la escuela de esquí de Blackcomb en Whistler, Canadá, y como parte de las investigaciones que estaba realizando sobre el tema, le solicité a nuestro camarógrafo que nos filmara desde arriba de una telesilla la cual fue detenida para este efecto.
Con un grupo importante de nuestros instructores procedí a realizar una serie de virajes de radio corto y también un par de virajes de gigante, con la transición de un viraje al otro directamente bajo la cámara mientras nos filmaban desde la perspectiva vertical. Esta filmación dio como resultado la confirmación absoluta de lo afirmado anteriormente. Las pruebas eran irrefutables. Todo instructor o entrenador que tenga la oportunidad de realizar filmaciones desde esa perspectiva sin duda debería hacerlo.
No faltará aquel que afirme que en el fondo ambas cosas son lo mismo. Esto definitivamente no es así. Al analizar lo que está ocurriendo tomando el suelo como punto de referencia, que en este caso es lo que corresponde hacer, los hechos ocurren de la forma descrita. Que como consecuencia de lo ocurrido las piernas terminan al otro lado en relación con el tronco es verdad. Si embargo al hacer esta afirmación es necesario dejar en claro que ahora hemos cambiado de punto de referencia al relacionar la nueva posición de las piernas no ya con el suelo sino que con el tronco.
Los esfuerzos musculares para realizar estas dos muy distintas acciones son totalmente diferentes y la diferencia en la magnitud del esfuerzo y desgaste energético entre ellos es enorme.
En el próximo capítulo me referiré a nuestros implementos; los esquís y como los utilizamos.
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No te olvides de leer los Capítulos 1 y 2 de esta estupenda serie de Pepo.