Después de describir todas las estaciones, de comentar cuales eran las condiciones y características de cada una de ellas y sabiendo de antemano que lo mejor estaba en Hokkaido alguno se preguntará por qué no dejamos Niseko para el final, pues sería el mejor remate a una inimaginable semana de esquí.
La respuesta es que las fechas nos obligaron.
Cuando empecé a planificar el viaje, mi idea era la de combinar turismo y esquí de forma alternativa. Mis compañeras de viaje me comentaron que preferían dejar el esquí para el final por temor a que alguien se pudiera lesionar y con ello arruinar el viaje de los tres. Bueno, se cambió la planificación para dejar el esquí para el final con la idea de terminar en Hokkaido que además iba a formar parte del grueso del viaje de esquí.
Conocía de la existencia de algunas de las celebraciones más importantes realizadas en Japón, entre ellas el festival de fuego de Nozawa, el Dosojin Fire Festival, pero lo que no sabía era la fecha, y por algún lado había leído que este festival, el tercero en importancia de todos los festivales de fuego de Japón, se celebraba en febrero.
Pero un día vi un vídeo en este mensaje que colgó el forero NyaZ, con pocos mensajes y mucho tiempo registrado.
En este vídeo, un freeskirider japonés llamado Tabibito hablaba de las bondades del esquí en su país, sobre las magníficas condiciones que se dan y sobre la visita de otros famosos freeriders a su tierra. Y también, en un momento dado mencionaba el festival de fuego de Nozawa Onsen con una reseña indicando que se celebraba todos los años en el mes de enero, mes en el que casualmente íbamos a realizar el viaje.
Esto me llamó la atención y me puso en alerta, porque parecía que me había confundido al leer la fecha o leí la información de algún otro festival. Como tenía mucho interés en acudir a este festival porque me llamaba mucho la atención, busqué información y, efectivamente, pude corroborar que la celebración se lleva a cabo todos los años el 15 de enero.
Así que cambié todas las fechas del viaje y toda la planificación del viaje de esquí para poder asistir al festival. Un pequeño encaje de bolillos para que se perdiera el menor tiempo posible en los desplazamientos y poder hacerlo coincidir en fechas.
Al final, la mejor forma de coordinar todo el viaje consistía en ir primero a Hokkaido tomando un avión desde el aeropuerto de Kansai, para luego regresar al Deep North también en avión y finalmente desplazarse en tren a Nozawa. Esto era lo más óptimo en cuanto a traslados se refiere.
Y aquí nos hallábamos, un 15 de enero en Nozawa Onsen, con un par de días esquiados en esta estación y con el viaje a punto de terminar y todo este movimiento de fechas, anulaciones y nuevas reservas que bien merecieron la pena.
Como la mayoría de los festivales de este tipo, este festival se celebra para pedir por una buena cosecha, por la buena salud y para tener fortuna al año siguiente.
El nombre de Dosojin, también conocido por Dourokujin, Sainokami ó Saenokami, hace referencia a una pareja de dioses que impide las calamidades y los desastres y que se coloca en las carreteras y a la entrada de los pueblos para proteger a sus habitantes. Suele ser una representación de piedra que es adorado como una auténtica religión. Una creencia muy extendida por todo Japón.
Suele representarse como un hombre y una mujer y se encuentran normalmente esculpidas en piedra a lo largo de las carreteras, representando un matrimonio y, muy a menudo, detrás de ellos están esculpidos un sol y una luna.
Pero estas representaciones también se pueden encontrar en figuras hechas de madera que se colocan a la entrada de la mayoría de las casas y en muchos sitios públicos.
Pero esta celebración además tiene otra motivación.
En la tradición Shinto, las edades de 25 y 42 años se consideran Yakudoshi, es decir, años desafortunados. La gente que pertenece a estos dos grupos de edad deben mostrar valentía durante estos días porque les servirá para superar la mala suerte que les espera durante el año.
Para ello celebran este ritual que se repite todos los años coincidiendo con el Año Nuevo Lunar.
Estos hombres de 25 y 42 años deben construir un altar hecho con madera de haya, shaden, cuyos pilares llegan a medir hasta 18 metros de altura, aunque esta altura se alcanza con unos mástiles puestos encima del techo del altar que éste sí, alcanza unos 7 u 8 metros de altura. El pabellón en total mide unos 8 metros cuadrados en su parte superior.
Cada año se necesitan aproximadamente unos 100 aldeanos para su construcción. Como el trabajo es peligroso, los participantes no deben tomar el sake que se les va ofreciendo y deben realizar el trabajo en silencio. Este trabajo de construcción comienza el día 13 y continúa durante toda la noche, el día 14 completo para ser terminado el día 15 por la mañana.
Los árboles que forman el mástil siempre son cinco, se talan de un bosque que pertenece a toda la comunidad de Nozawa en octubre y se consideran sagrados una vez han sido seleccionados. Los troncos se dejan allí hasta que comienza el festival.
Y es que realmente el festival comienza el día 13 de enero cuando los afectados por su edad se dirigen al monte Hikage para seleccionar maderas y troncos robustos que más tarde se utilizarán para la construcción de un altar de madera que será la parte principal del festival. Esa misma mañana se realizan rezos para rogar por que todo el proceso salga bien.
Este traslado dura alrededor de unas tres horas. Por cada mástil, de unos 18 metros de altura y 30 cm. de diámetro, se forma un grupo para trasladarlo que es dirigido por un maestro.
En el camino, los porteadores tienen que hacer numerosas paradas debido a que la gente del pueblo les va ofreciendo sake sagrado. Cada vez que se hace este ofrecimiento, el maestro responsable de cada árbol grita en agradecimiento y todos deben aplaudir para celebrarlo.
Y en ese momento, los aldeanos que ofrecen el sake a cualquier transeúnte que pase por allí en ese momento y que quiera tomarlo.
El shaden se construye conservando las formas tradicionales de la construcción de los grandes templos, sin utilizar clavos u otros elementos artificiales de unión, sólo las propias maderas. Una vez que el shaden se ha construido, el sacerdote del santuario de Kosuge realiza una ceremonia para dotarlo de un Dios.
Además del shaden se construyen un promedio de cinco T?r? (linternas de madera) que son erigidas cada año. Cada una de estas pértigas son creadas por una familia del pueblo y sus amigos para celebrar el nacimiento de su primer hijo, por lo que cada año este número es variable.
Un t?r? se construye para ofrecérselo a los dioses en una oración para pedir por la salud y la buena fortuna.
Las decoraciones de las linternas se cuelgan alrededor de un pilar de nueve metros, de los cuales la mitad superior está hecha de cedro y la mitad inferior es un tipo de madera de haya. A partir de la parte superior y que se extiende hacia la parte inferior se cuelgan, un paño sagrado y una cubierta en forma de sombrilla, en la que se cuelga otro paño con el símbolo de la familia. Detrás de la tela, debajo de la cubierta, se cuelga una lámpara redonda con campanas, un abanico blanco y una decoración de tela que queda colgando.
A continuación se cuelga una linterna con forma de diamante decorado con imágenes y tiras de bambú cubiertos con flores de papel, que cuelgan de la columna central que tienen forma de tazón.
En la parte inferior se cuelgan numerosos Kanjii, piezas de caligrafía de Año Nuevo escritas por algunos niños de la localidad.
Las decoraciones de las linternas primero se llevan al recinto del festival por una multitud de gente cantando canciones Dosojin y portando pequeñas estatuas de madera de Dosojin hechas a mano para orar por el primer hijo para que éste crezca sano y también para tener un matrimonio feliz.
Como se puede ver, cada uno de los t?r? se trasladan por piezas, no se trasladan completos, entre otras cosas porque no cabrían por las calles debido a su altura, y es en el recinto del shaden donde se realiza el montaje de los mismos.
Y el montaje de las piezas se realizan en medio del tumulto en una situación difícil, donde las masas embriagadas por el sake empujan descontroladamente en un comprometido caos.
Muchos son los asistentes que ayudan a erigir estos infinitos mástiles.
Los festejos comienzan con el encendido del fuego por seis representantes de los shini (los mencionados grupos de personas con edades de 25 y 42 años) El fuego es ofrecido por la familia Kono.
Previamente, los hombres de edades desafortunadas se preparan para la batalla bebiendo sake en exceso. Este sake, es un sake ceremonial y forma parte del festival, por lo que además de a los porteadores se ofrece a cualquiera que lo pida. Este ofrecimiento se le llama miki.
Como se puede beber todo el sake que se quiera, se recomienda a todo aquél que no sea del pueblo que escriba en un pañuelo su nombre y el nombre del hostal u hotel en el que esté alojado para que si está demasiado borracho no lo recoja el camión de los bomberos y sean "expuestos" a la vergüenza.
Un pequeño grupo de hombres llevan una antorcha, que está iluminada por dos piedras llamativas, desde la residencia de Kono al recinto del festival, cruzando las calles nevadas de Nozawa. A lo largo del camino se van encendiendo más antorchas y muchas de ellas son utilizadas para atacar a los espectadores, ya sean gente del pueblo o de otras regiones o países.
Los porteadores de las antorchas realizan ataques rituales entre ellos y a los propios espectadores, girando las mismas en círculo y acercándolos temerariamente a todos los que se encuentren cerca.
A veces se realizan paradas para orar frente a las inscripciones que va dejando la gente del pueblo en los murales a la vista de todo el mundo. Peticiones de buena suerte, de salud, etc.
Y el grueso principal del festival consiste en la representación de una batalla que hacen los jóvenes de 25 años de edad y los mayores de 42 años en la que los primeros atacan para intentar incendiar y destruir el shaden mientras que los últimos tratan de defender el shaden de los primeros.
La ceremonia del ritual de los ataques de fuego comienza por los más jóvenes (niños siendo porteados por sus abuelos) para gradualmente ser continuado por los jóvenes que son los que realizan los ataques en el escenario. Mientras los defensores utilizan ramas de pino, pies y puños para defenderse de esos ataques.
Parte del grupo de edad de los 42 años se sube al altar y otra parte permanecen en su base amarrados a cuerdas atadas al propio altar para defenderlo del ataque.
Mientras se espera a que se de la señal para que comience el ritual del ataque de fuego y la defensa del altar, los porteadores de las antorchas siguen atacando a todo aquél que se encuentre cerca suya.
Y se da una señal para que comience el verdadero espectáculo, el verdadero ataque. Y esta señal consiste en el lanzamiento de un discreto castillo de fuegos artificiales.
Ataque de fuego que realizan con las antorchas golpeando el shaden repetidas veces mientras que el grupo de la parte superior va cantando el Hi Mottekoi (tráeme el fuego) al mismo tiempo que van arrojando haces de leña (ramas de pino) a los atacantes que las aprovechan para conformar nuevas antorchas. Y el grupo que está amarrado a las cuerdas golpea a los atacantes con puños, patadas y ramas de pino que también llevan.
Según va transcurriendo el festival y a medida que se van consumiendo las antorchas que portan los jóvenes para atacar el altar, se van encendiendo más antorchas con las ramas arrojadas por los que están en la parte superior para utilizarlas con el mismo propósito. Atacar el altar.
Y se encienden en la hoguera que está situada frente al altar, que poco a poco se la va acercando al santuario de madera.
En la fotografía anterior se puede ver como es mantenida la llama por algunos de los integrantes del festival. El fuego está en un contenedor que se va acercándolo poco a poco al shaden.
Entre tanto, la gente de 41 y 43 años de edad permanecen de pie alrededor del perímetro del altar para proteger a los espectadores y para evitar que los aldeanos de otras edades que porten antorchas puedan romper la guardia e incendiar el shaden.
Una batalla peligrosa y llena de vida. Los defensores tratan de apagar el fuego golpeándolo con las ramas de pino.
Este ataque tiene una duración de aproximadamente una hora, trascurrida la cual los del grupo de 42 años de edad ponen fin a la ceremonia y se prende fuego al shaden junto con los t?r? en una ofrenda a los dioses.
Se debe quemar todo, incluso las linternas.
El festival entero dura unas cuatro horas desde el principio hasta el final, cuya atracción principal es la batalla entre los guardias y los aldeanos que portan las antorchas.
No se sabe muy bien cuál fue su origen. Se cree que las celebraciones se realizaban ya en el año 10 de la era Tempo (1.839), Año del Jabalí porque así lo indica la inscripción del monumento de piedra que hay a la entrada del pueblo, aunque un libro que mantiene la familia Kono hace referencia del festival en el tercer año Bunkyu (1.863). Lo que está claro es que el festival fue ampliamente celebrado al final del periodo Edo.
Inicialmente se celebraban dos festivales, llamados Dourokujin superior y Dourokujin inferior, pero en el primer año del periodo Taisho, se tuvieron que unificar por imposición legislativa, y debía celebrarse a una distancia no inferior a 182 metros de la residencia más cercana.
Y fue en esta unión pacífica en la que surgió la tradición de golpear con las antorchas encendidas el altar de madera construido para la ocasión.
Este festival fue creciendo poco a poco hasta convertirse en el más importante de los festivales de fuego y ser el tercer festival más importante del país. En 1.993 fue declarada por la UNESCO como bien de interés cultural de propiedad inmaterial.
El fuego simboliza la huida de los peligros en un año crítico en las vidas de los shini y es así como acaba el festival, en llamas.
Y habiéndonos purificado, nosotros también abandonamos este país tan fascinante y que nos ha atrapado el corazón. Con mucho dolor utilizamos nuestro peculiar medio de transporte que nos llevará a una parada de taxi en el que comienza nuestro viaje de regreso a España.
Espero que os haya gustado este intenso relato que tan apasionadamente he tratado de describir aunque no se si he sido capaz de transmitir toda la emoción que nos ha producido esta vivencia. Un viaje que acaba y que esperemos no sea único y se pueda volver a repetir.
También espero que os haya atrapado mi relato como para al menos desear vivir estas experiencias. No hay mayor satisfacción de contar un relato que el saber que otro desearía vivirlo y espero haberos podido trasladar a este otro mundo.
Adiós a todos, Sayonara.
Página 6: Nozawa. Tierra de fuego. Parte I