El esquí en el cine II (1950-1969)

El esquí en el cine II (1950-1969)
Los Heroes de de Telemark (Imagen: darren harrison; pinterest)
Segunda entrega del repaso cinematográfico del cine con temática esquiadora (1950-1969). Continuamos con películas, directores, reparto, etc. Más centrados en películas comerciales que en documentales, aunque algo se habla de ellos.

En el momento de esta segunda entrega es conveniente introducir una nueva advertencia que afecta muy especialmente a este periodo y al próximo que abordemos. Los artículos están siguiendo un orden preferentemente cronológico, sin embargo, en adelante, irán apareciendo personas que marcarán algunos conjuntos de películas con su intervención como denominador común. Se trata de directores que se especializaron en cine de esquí, deportistas famosos que se reciclaron como actores especializados en ese tipo de cine, o incluso series temáticas que recurrieron a la inclusión significativa de las escenas de esquí en varias de sus entregas. La cuestión es que dichos conjuntos de películas abarcan periodos de tiempo más largos de los que he establecido aquí, por lo que, para no complicar más la narración, he tenido que decidir si incluirlos en un periodo determinado o en el siguiente. En la mayoría de los casos (no en todos) voy a optar por tratarlos íntegramente dentro del periodo de inicio de la saga, es decir, que si la primera película del conjunto se estrenó en un periodo, daremos cuenta de todo él en el mismo artículo, pese a que el director, actor-esquiador o personaje de ficción haya permanecido activo en el cine en periodos posteriores.

Durante las décadas tratadas en este segundo capítulo aumentó considerablemente la producción de documentales de temática esquiadora. Aunque no es el objetivo de este repaso, hay algunos protagonistas sobre los que resultaría poco serio que nos los saltásemos. Comenzamos mencionando el filme Snow Carnival, protagonizado por Dick Durrance en 1950. Hay dos Dick Durrance. Son padre e hijo. El aquí mencionado es el padre, que fue diecisiete veces campeón nacional de esquí alpino en los EEUU, y uno de los primeros esquiadores americanos en codearse con los mejores europeos. Dedicó toda su vida al esquí, primero trabajando con un fabricante de esquís, más tarde vendiendo remontes, posteriormente dirigiendo estaciones (consiguió que se celebrara en Colorado el primer Campeonato del Mundo organizado fuera de Europa) e incluso produciendo varias películas con temática esquiadora. Snow Carnival es un documental de corte promocional sobre Aspen. Dura veinte minutos y fue producido en colaboración con la Warner. Gary Cooper (habitual visitante del resort) ejerce de estrella narradora. La cinta recopila escenas típicas de ocio propio de estación de esquí: práctica en la nieve para todas las edades y actividades complementarias. Aporta buenas pistas sobre los atuendos de la época, el material y el estilo técnico en competición, esquí en pistas y fuera de ellas.

 

Como ejemplo de película de ficción hay que dar cuenta de Drei Männer im Schnee (Tres hombres en la nieve) de 1955, dirigida por Kurt Hoffmann. Se trataba de una secuela de otra película anterior basada (ambas) en una novela. En clave de comedia, aporta muy poco esquí, apenas un par de escenas. Una brevísima y la otra cómica. Hay algunas imágenes alpinas de ambientación, pero la práctica totalidad de la película se desarrolla en interiores. El fime es austríaco y está rodado en blanco y negro. En mi opinión, descartable.

De nuevo hay que aludir a un cineasta específico del esquí, un director que estuvo rodando películas desde 1950 hasta el año 2004. Prácticamente a película por año. Se trata de Warren Miller, un icono de la filmografía del esquí. Miller fundó una empresa a través de la cual produjo, filmo y ¡narró! filmes hasta 1988. Entonces vendió la empresa, pero siguió participando activamente en otras nuevas cintas hasta el 2004. Tal es así, que se considera que sus trabajos cinematográficos publicados alcanzan los 750. Empezó a filmarse alternativamente con un amigo mientras esquiaban o surfeaban. Lo hacían para corregirse. Estuvieron una temporada instalados en una caravana en el aparcamiento de Sun Valley mientras Warren trabajaba como monitor. Aquellas primeras películas (comentadas) hicieron que le empezaran a invitar para proyectarlas en diferentes ambientes. El éxito le animó a fundar su productora y dedicarse a producir un documental largo al año. Alquilaba salas en ciudades cercanas a las estaciones y filmaba por el día el material de la película de la siguiente temporada, mientras por las tardes cobraba por las proyecciones de la última en las salas. Sus 56 películas anuales comenzaron en 1950 con Deep and light y se extendieron hasta 2004 con Impact. No puedo juzgar su producción porque únicamente he visto breves cortes de algunas de ellas. Son documentales-espectáculo que van evolucionando a lo largo de las épocas, buscando introducir siempre las últimas tendencias de moda, técnica y práctica, por lo que, si alguien estuviera dispuesto a pagar por ellas (la supuesta colección completa), tendría una buena base documental de imágenes en la que fijarse. Lo malo es que el empacho iba a ser monumental. Su estilo trata de ser muy dinámico e informal, insertando humor básico y simple entre escenas de esquí lo más espectaculares y atractivas posible. Y así, toda la segunda mitad del siglo XX y parte del XXI. Le conocí, por referencias, Have Skis, Will Travel (la de 1956), pero desde luego que el brevísimo corte que he encontrado me parece hortera y de un humor muy tonto. Resulta imposible establecer una clasificación de calidad entre sus películas, pero al menos he encontrado acceso libre a una bastante conocida y que parece ser muy de su estilo. Se trata de Scape to ski, de 1988. Hora y media de esquí ochentero espectacular aderezado con música e interrumpido por secuencias pintorescas, cómicas o de rarezas, que dan oportunidades al narrador (Warren) para lucirse en sus comentarios, mientras algunos espectadores aprovechan para echar otro trago a la copa cuando la película es proyectada en algún pub. De hecho, es muy probable que los esquiadores que llevamos décadas practicando este deporte hayamos visto muchos más minutos de películas de Warren Miller de los que pensamos. El ejemplo elegido coincidió temporalmente con el que considero el punto álgido de mi dedicación al esquí (finales de los años 80). Y se ve que lo que Miller buscaba expresar principalmente en su película coincidía totalmente con mis intereses: la nieve profunda, el esquí de baches y los fuera de pistas muy pendientes. La técnica desplegada por sus esquiadores coincide plenamente con la que buscábamos ejecutar en aquella época: viraje corto; un clavado de bastón muy concreto, elegante ¡y necesario!; esquís juntos; y una adaptativa capacidad para pasar de la acción simultanea o alternativa de los esquís en función de las circunstancias de cada situación. También en la película queda bastante claro el tipo de esquís escogido por los actores: de slalom (o alta gama similares) y bastante largos. Todo un revival de imágenes para mí. A lo que por mi parte no mantenía tanto apego entonces era a los coloridos trajes en forma de buzos, tirando a exagerados de hombreras y con cinturón, la moda de la época.

La narración en off de la película va presentando a todos los esquiadores que toman parte de forma relevante en ella. Hay bastante presencia femenina porque en los ochenta, nos quieran vender lo que quieran ahora, nadie se planteaba discriminaciones de género en estas y otras muchas cosas. Pero, de todas las personas, con nombre y apellidos, que aparecen esquiando en algunas escenas, quiero mencionar a tres. Warren Miller lo hace esquiando tranquilo. Con buena técnica estándar, pero sin más. Se le ve algo fuera de forma, y su intención no es demostradora de nada. Diana Golden, nacida el mismo año que yo, nos muestra su competencia esquiando con su única pierna. Ganadora de múltiples títulos de esquí adaptado, tenía un estilo y competencia admirables. Y el tercero en cuestión es el gran Stein Eriksen, todo un personaje sobre el que ya escribí en mi libro y que aquí aparece esquiando (clásico, pero de maravilla) cuando tenía 61 años.

Miller esquiando. (Imagen: seattlemet.com).

 

Warren Miller en excursión sobre esquís. (Imagen: skimag.com).

Enlace película Scape to Ski.

Más grande que Eriksen, de hecho, uno de los mejores esquiadores de todos los tiempos, fue nuestro siguiente protagonista: Toni Sailer. Toni Sailer y JC Killy han sido los únicos en lograr las medallas de oro en todas las disciplinas independientes del esquí alpino en unos mismos JJOO. Entonces eran tres: descenso, gigante y especial. Lo que sucede es que, indagando un poco más sobre el asunto, se entera uno de que una de las victorias de Killy se produjo en circunstancias algo dudosas y polémicas. El palmarés de Sailer, ya de por sí impecable, no fue más extenso y grandioso porque se dio prisa en hacerse profesional de todo: del esquí, de la canción, del cine, etc. En definitiva, de hacer del esquí su vida. Aquí lo que interesa es su carrera cinematográfica, que fue bastante prolífica y en la que queda más que demostrado lo bien que esquiaba. Más allá de sus victorias deportivas contra el crono, a Sailer da gusto verle esquiar por placer en algunas de sus películas.

Entre 1957 y 1971 actuó en más de 20 películas. De hecho, la primera en la que apareció fue en Vertigine Bianca (Vértigo Blanco) en 1956, documental oficial de los JJOO de Cortina d’Ampezzo. Pero, claro, en ella no lo hace como actor, sino como deportista. El documental merece la pena, tiene bastante calidad y es un magnífico testigo de época. Nos ayuda a hacernos una idea de la dimensión de unos Juegos a mitad del siglo XX, además de ofrecer unas buenas imágenes de los atuendos y técnica esquiadora. Recomiendo encarecidamente la parte de la carrera femenina de relevos de esquí de fondo. En cuanto a Sailer, se le ve bastante fino en el gigante. Mucho más que en el especial, cuyas puertas están tan cerca entre sí que obligan a todos a derrapar mucho. Él incluso, para ganarlo, no tiene reparo en aplicar dos o tres cuñas de control de velocidad ante algunas puertas. Hasta en el descenso se le ve hacer al menos una. Por lo demás, en la prueba de velocidad aparenta un dominio absoluto sobre el resto, aunque está cerca de caerse en un infernal tramo plagado de montículos, en el que se accidentan bastantes participantes.

Enlace película oficial de los JJOO de invierno de 1956.

 

En 1957 actuó en Ein Stück vom Himmel (Un pedazo de cielo), pero no se trata de una película de esquí. Pero en 1958 se estrenó Der Schwarze Blitz (Vacaciones de invierno, para España), en la que es el protagonista, hace de esquiador y hay muchísimo esquí en acción. Es una de mis películas de esquí favoritas. Lo es por toda esa acción esquiadora, por el ambiente de estación alpina, el colorido, la documentación histórica que aporta en imágenes, y lo elegante que resulta Sailer esquiando. Evidentemente es un filme de argumento ligero, pero no estamos aquí valorando cine como arte, sino películas de esquí con valor de época.

Cartel de la película. (Imagen: imdb.com).

 

Tras un musical, volvió a rodar otra película con temática esquiadora en 1959: 12 Mädchen und 1 Mann (12 Chicas y un hombre). Hay bastante esquí en ella y se da la circunstancia de que en los créditos aparece Willy Bogner, todo un especialista en grabar, montar y dirigir escenas de esquí para el cine de ficción, como veremos más adelante. La película da comienzo con una elegantísima demostración de esquí de Sailer. Doce chicas componen el grupo principal de personajes del argumento. Son mujeres que van a esquiar a un refugio de montaña aislado, lo cual implica que, en al menos dos jornadas, la de ida y la de regreso, acometan sendas aproximaciones sobre esquís y con mochilas a cuestas. En el filme se suceden varias escenas de esquí. En una de ellas, Sailer demuestra cierta competencia sobre un único esquí, también hay una persecución, una consabida caza del zorro, y un numerito musical en el que, de forma grupal, las chicas intentan marcar los virajes al ritmo impuesto por un chachachá y por el propio Toni Sailer.

Sailer y su partener en la película. (Imagen: cinema.de).

 

Seguidamente actuó de Ein Stern fällt vom Himmel (1961) y Kauf dir einen bunten Luftballon (1961). Ambas con escenas de esquí, pero la segunda de ellas con poco metraje en pistas y algo más de espectáculos de patinaje sobre hielo. Eso sí, una vez más, surge una cacería del zorro. En este caso al comienzo de la película. Aparte de ella, unos cinco minutos, no vuelve a haber esquí hasta el final, en el que el protagonista ha de alcanzar un tren en el que va su enamorada, cosa que logra componiendo una secuencia similar a la que nos regaló Trenkel algunos años antes. En esta película Sailer hace de jugador de hockey sobre hielo y, doblajes aparte, de algunos planos se deduce que sí que sabía patinar.

En 1962 vuelve a protagonizar otra película sin esquí, seguida de otra con más alpinismo que esquí. Tal vuelta a las alturas alpinas era de esperar, estando dirigida por Luis Trenker. Se titula Sein bester Freund (Su mejor amigo) y es un drama de escalada situado en la cara norte del Eiger, escenario de más de una película al respecto y varias tragedias reales. Tiene buenas escenas de montañismo serio, con detalles técnicos propios de la época. El esquí únicamente aparece al principio de la película, en una sugerente y bonita secuencia mixta de periplo alpino en hielo y nieve, que enlaza con un largo descenso final de regreso esquiando. A pesar de que en algunas breves tomas la cámara se acelera, por lo general es un excelente fragmento cinematográfico de excursionismo alpino de nivel.

Luego vino un espagueti western italiano, seguido de un musical, para regresar a la nieve en 1966 con Skifascination. Esta película tiene especial interés por varias razones. Su director fue Willy Bogner, aquel cámara especialista en cine de esquí, ya citado, y del que volveremos a hablar más adelante. Durante la filmación, una avalancha enterró a algunos de los esquiadores que intervenían en el rodaje. Hubo fallecidos, y Bogner fue juzgado y condenado por negligencia. No he podido ver la película, pero incluye una famosa escena de esquí grupal coreografiado, en la que un nutrido grupo de esquiadores de ambos sexos coordinan una perfeccionista sucesión de virajes cortos en paralelo, enfundados en unos monos coloridos y ajustados, componiendo una imagen muy avanzada (desde una perspectiva estética) para la época. No en vano, años después, Bogner se centraría en el mundo de la moda. Intento incrustar la mencionada escena a continuación.

El esquí de Sailer continúo con Skifever (1966). Surgen en esta película algunos detalles novedosos. Discreto pero visible patrocinio (Fischer). Proliferación de botas de ganchos. De cuero y bajas, pero ya de ganchos. Así como muchas fijaciones automáticas. Se utiliza el esquí en la obertura y durante los créditos iniciales del largometraje. Vuelve a verse una nueva caza de zorro, se ve que les debía encantar a los austríacos, pero no es tan atractiva ni dinámica como muchas de las que ya hemos hablado. Eso sí, prácticamente todos esquían en un paralelo de esquís muy juntos, totalmente dominado. Hay otra secuencia de esquí romántico en pareja. Es muy tranquila y, lamentablemente, repite el escenario de parte de la cacería. Para colmo, aunque al final hay un buen rato de una competición de gigante, se abusa en ella de dar velocidad artificial a la cámara. Lo que sí hay es un detalle importante en los créditos: el vestuario de esquí, que es mucho y aparece durante gran parte del filme, fue cosa de Willy Bogner. Se ve que ya se estaba introduciendo en el mundo de la moda, a pesar de que, como volveremos a comprobar, aun le quedaba importante trabajo por hacer detrás de las cámaras.

Cartel de Ski Fever. (Imagen: lavanguardia.com).

 

En 1967 Sailer participó en otra comedia musical con un papel secundario, algo que, a esas alturas, cada vez le ocurría más. Se trató de Das Große Glück (Felicidad sobre hielo, para España), sé que hay algo de esquí a la vista, aunque el protagonismo de acción se lo lleva el patinaje sobre hielo. En 1971 Sailer vuelve a aparecer en otro filme con escenario invernal alpino. Una comedia alemana de temática travestista, titulada Tante Trude aus Buxtehude. En 1979 finaliza su carrera como actor (descontando un par de series de TV en los noventa) con una comedia alemana situada en los Alpes, titulada Traumbus (Desmadre en la facultad; cuidado porque hay otra del mismo año y título hispano, pero que es norteamericana). Por el cartel y menciones del argumento, es fácil deducir que se trata de una chabacana propuesta de tono verde, entendiendo por tal adjetivo cromático no el asunto ecologista sino el sexual de la época, aquel que no alcanzaba la categoría de cine erótico ni pornográfico, pero que recurría permanentemente a la búsqueda de lo picante con el cuerpo femenino como objetivo.

Mientras tanto, en España hubo un buen ejemplo de cine de esquí. A todo color y con parte del metraje empeñado en promocionar la correspondiente estación de esquí, así como el deporte blanco. En 1960 se estrenó Amor bajo cero, bajo la dirección de Ricardo Blasco y con la intervención de Concha Velasco y Tony Leblanc como pareja protagonista. La música es de Augusto Algueró y la canción principal está interpretada por Los 5 latinos ¡Casi nada! La película incluye escenas de tienda de material de esquí, refugio, remontes, esquí en pistas y bastante competición. La parte dedicada a la nieve parece, en cierta medida, un intento de promoción de La Molina, pionera en el asunto. En el fondo, en términos generales, este largometraje repite el esquema, tono e intención de algunos austríacos o alemanes anteriores y, posteriormente, de otros americanos como Sun Valley Serenade. Lo hace bastante pronto, aunque ya en color. El resultado es vistoso y más que válido para figurar dentro de un inventario fundamentado de películas sobre esquí.

Cartel de Amor bajo cero. (Imagen: filmaffinity.com).

 

Entre mis recuerdos de infancia están las películas de Walt Disney. Todas las de dibujos animados de sus primeras épocas, algunas con reparto de carne y hueso, y otras que alternaban ambos medios. Esto no supone nada en especial porque el fenómeno Disney fue algo bastante global antes de que surgiera la Globalización. Lo que quizás no tanta gente recuerde o haya conocido fue el amplio repertorio de películas-documentales que Disney producía para la televisión en los años sesenta (quizás también antes y después). Aquí lo programaban con cierta frecuencia en la Televisión Española (cuando era la única existente). El formato tenía siempre el mismo patrón: una agradable presentación de despacho por parte del propio Walt; una película que proponía un argumento con personajes, en la que se insertaban contenidos temáticos y de naturaleza, y en la que el narrador llevaba la voz cantante, pocas veces interrumpida por alguno de los personajes; para acabar con una despedida de Walt, en la que daba algún consejo y anunciaba el siguiente episodio. Todo ello, con una duración total cercana a la hora. ¡Me encantaban aquellos programas! A mí y a todos los niños. Especialmente porque nos acercaron a la fauna y al entorno natural antes de que lo hiciera Félix Rodríguez de la Fuente, y porque proponían siempre dosis de aventuras infantiles. Es ahora cuando he descubierto que uno de aquellos episodios se centró en el esquí. Y que, para colmo, fue presentado el año en que nací: 1963. Se titula Fantasy on skis. Por lo visto, el metraje específico de esquí fue responsabilidad de Fred Iselin, completando todo lo demás los estudios Disney. El capítulo es un evidente documental dedicado al mundo del esquí como emergente deporte de aire libre, disfrazado de narración aventurera para entretener. No oculta haber sido rodado en Aspen, y una niña y su perro San Bernardo son los protagonistas de la historia. Podemos ver a la niña esquiando, gente aprendiendo, otros compitiendo, un rescate, etc. Lo peor, desde mi punto de vista, son unas escenas sobre esquís que plasman los sueños de la niña y de su perro. En ellos aparece Peter Pan, una escena taurina, otra de western, etc. Independientemente de lo chorrón que me/nos pueda parecer, sí que quiero resaltar que en un momento dado surge una especie de esquí bailado que parece servirnos como eslabón entre algunos alardes pioneros anteriores en las películas de directores más antiguos y lo que muy pronto sería el esquí artístico. Seguramente no haya sido esa escena la primera en mostrar algo así, pero, sin duda, debió tener su impacto, teniendo en cuenta el poder divulgativo de las producciones Disney.

 

Pasamos ahora a una película muy importante dentro de nuestra recopilación. Lo es porque lo fue su director (Anthony Mann), sus actores principales (Kirk Douglas y Richard Harris) y su género (el cine de temática bélica sobre la II Guerra Mundial). El largometraje se titula Los héroes de Telemark y se estrenó en 1965. Narra una epopeya que resultó fundamental para que a los alemanes no les diera tiempo a fabricar bombas atómicas antes de finalizar la guerra. Se desarrolla en Noruega, donde los germanos tenían una planta de producción de agua pesada. La película reproduce las acciones de un comando de la resistencia noruega que se encargó de sabotear espacios vitales para el funcionamiento de la planta. La mayor parte del largometraje transcurre en un extenso territorio prácticamente deshabitado. Está todo nevado, y los personajes se desplazan permanentemente en esquís con la talonera liberada. El paisaje es diferente al del resto de películas comentadas. No hay grandes montañas, sino un extenso espacio de lomas cubiertas de nieve por el que los combatientes progresan con ascensos y descensos. Un aspecto interesante del filme es que el esquí que exhibe no pretende mostrar alardes técnicos excesivos ni acciones exageradas. Los personajes esquían bien y punto. Lo hacen de forma práctica y a velocidad real. La película es en color y entretiene por varios motivos: es un clásico del cine, tiene bastante esquí, el argumento es ameno, se basa en hechos reales y muestra un variado catálogo de atuendos, cabañas y enseres noruegos. Me atrevo a recomendarla.

Cartel de la película. (Imagen: Darren Harrison en pinterest).

Fotograma con Harris y Douglas en acción. (Imagen: phenomena.experience.com)

 

Llegamos al momento de otro cineasta específico del esquí. Dick Barrymore tiene a sus espaldas casi una treintena de películas de nieve. Todas ellas estrenadas entre 1960 y 1997, aunque la mayor parte de ellas fueron en los años sesenta y setenta. Por lo general se trataba de documentales. The White Search (1971) es un largometraje (más de hora y media) con forma de documental narrado. Al estilo de los de Warren Miller, pero en este caso, como en el de Walt Disney, con un pequeño guion (muy simple) acompañando a la estructura. El ejemplo que he escogido está aquí por dos motivos. Primero, porque es el que más fácilmente he encontrado íntegro. Segundo porque, aunque es de 1971, casi todo él se compone de trabajos filmados en la década de los años sesenta, algo que se comprueba por la ropa y el material utilizados por los esquiadores. El director pone el énfasis en el esquí sobre nieve powder, seguido de los bumps, además de otras interpretaciones temáticas. Hay saltos acrobáticos, saltos de trampolín, un descenso de Campeonato del Mundo de 1966 (con Killy como vencedor), algunas anécdotas frikis en Líbano, Aspen, etc. Y, como curiosidad sorprendente ya entonces, un evento de esquí retro en Bormio. Se ve que a los italianos les va el plan vintage, pues son varios los lugares que siguen celebrando ese tipo de reuniones. En aquel caso, con una carrera de fondo de 5km, además de un descenso alpino con puertas.

Respecto al esquí de baches, se le ve claramente pionero. Todavía es algo precario técnicamente y se resuelve con mucho recurso físico. También se nota que son baches naturales, algo desordenados, producto del paso de muchos esquiadores por las pistas, y no creados ex profeso.  No ocurre igual con la nieve virgen, en la que los esquiadores se desenvuelven con fantástica técnica, mucha elegancia y un paralelo perfeccionista con esquís completamente juntos. Es aquí, en esta faceta, en la que son varias las mujeres que destacan compartiendo descensos maravillosos con los chicos. La película incluye un apartado dedicado al heliesquí en Canadá.

Barrymore equipado para filmar en persecución. (Imagen. nevasport.com).

Vinculado a la promoción del esquí, al espectáculo, etc. Surgió otro mérito achacable a Barrymore:

«En los EEUU, el productor de películas Dick Barrymore reclama en sus memorias “Breaking Even” haber instaurado el primer concurso de camisetas mojadas en Sun Valley, en el Idaho’s Boiler Room Bar en enero de 1971, como parte de una promoción de esquís K2. El concurso fue propuesto como un simple concurso de camisetas en el cual azafatas de aerolíneas bailarían vistiendo camisetas promocionales de K2. En cualquier caso, la primera concursante en aparecer fue una stripper profesional que bailó en topless y las participantes amateurs respondieron empapando sus camisetas antes de participar. Barrymore montó un segundo “K2 Wet T-Shirt Contest” en el Rusty Nail de Stowe Mountain Resort (Vermont) con idea de filmarlo, a pesar de que el Ayuntamiento de Stowe había aprobado una resolución que prohibía la desnudez en el evento. Organizó otro concurso promocional para K2 el 10 de marzo en Aspen, en el restaurante y bar de Colorado The Red Onion, y las concursantes aparecieron en una sesión fotográfica en la edición de marzo de 1972 de Playboy». (Wikipedia en inglés; traducción propia).

Histórico documento: cartel original del primer concurso de camisetas que acabaron resultando mojadas. (Imagen: mimiberlinblog.files.wordpress.com).

 

Por si alguna lectora (o lector) se siente molesta/o por la introducción de esta curiosidad, lo digo porque últimamente abunda la gente muy sensible con algunos temas (aunque nada con otros muchos tanto o más graves), tengo que decir que me parece pertinente y muy ilustrativa. Pero antes, una advertencia: para algunas de las sensibilidades de moda o agenda política actual, la película de Barrymore comentada anteriormente es desaconsejable por unos pocos detalles que no es necesario apuntar. En cuanto a lo de las camisetas mojadas (jamás he asistido a ningún espectáculo o fiesta de ese estilo), es, efectivamente, un tipo de práctica de carácter marcadamente sexual. Y digo que es pertinente comentarlo porque, por razones que serían difíciles, pero interesantes de estudiar, la historia del esquí (del moderno, el de ocio o deporte, no del etnográfico) ha estado muchas veces popularmente vinculada al erotismo y la sexualidad placentera idealizada. Ha habido ejemplos en el arte, en el cine, en los chistes y juegos de palabras de la ciudadanía no esquiadora, etc. Ignoró cuál puede haber sido la razón. Sospecho que hayan sido variadas, y no descarto abordar algún día este asunto desde una perspectiva sociocultural medianamente seria y fundamentada. Aplazado queda para el futuro.

¡Y entonces se pusieron de moda las películas de espías! No, en realidad películas de espías había habido mucho tiempo atrás, pero en la década de los sesenta aparecieron con un tipo bastante concreto de agente especial. Normalmente hombre solitario de buena presencia, promiscuo y con gran éxito con las mujeres, conductor de coches deportivos, bien trajeado, arrimado al lujo internacional y, frecuentemente, teniendo que tirar de recursos deportivo-aventureros para resolver situaciones peligrosas. Imagino que los lectores están ya todos pensando en 007, pero ya llegaremos a él, no nos precipitemos. Hubo más, en cine y en televisión. El Santo, Misión Imposible y otros no necesariamente seriados. Incluso un sofisticado y estirado David Niven apareció esquiando en Cortina d’Ampezzo en 1963 en La Pantera Rosa, rodeado de un glamoroso reparto. Aunque enonces no se trataba de una película de espías, sino de ladrón de guante blanco. Pero el caso que ahora abordamos sí que fue de espías. El protagonista de Enviado especial K (dirigida por Val Guest y estrenada en 1968) responde punto por punto a las características que he enumerado antes. La película no es que sea especial, más bien lo contrario, salvo por el hecho de que la primera media hora de la misma se desarrolla en Kitzbühel y claro, además de dedicarse a promocionar mucho la estación, presenta algo de esquí, poco, pero realista y tirando a básico. Eso sí, ambiente de estación y buena luz a raudales. Y, por supuesto, el inconfundible estilo de las películas de espías de la época.

Cartel de la película. (Imagen: filmaffinity.com).

 

¡Y ahora sí! Llega el momento Bond, James Bond. Su serie de películas oficiales (porque hay tres no producidas por Eon Productions) alcanza la cifra de 25, lo que la convierte en la serie más larga de la historia del cine. Empezó en 1962 y, hasta ahora, ha llegado a 2021, con aparentes intenciones de continuar el tiempo que haga falta. Evidentemente, esto implica saltarnos a la torera el esquema cronológico de las entregas publicadas en Metiendo Cantos, pero ya avisé que habría temas, personas o personajes en los que así sería. Hace ya bastante tiempo que en las películas de 007 no hay escenas de esquí. La última vez fue en 1999 en El mundo no es suficiente. Posteriormente, en Spectre (2016) hay una larga escena de acción en las nieves de una estación de esquí, pero, aunque aparecen esquiadores en un teleférico, la acción principal se desarrolla con un avión y varios coches de todo terreno. El esquí y el buceo fueron dos actividades casi obligadas en muchas de las películas de James Bond a lo largo de sus tres primeras décadas de existencia. No tan inevitable como los coches deportivos y los artefactos innovadores, pero muy habituales. El esquí surge por primera vez en 1969 en Al servicio secreto de su majestad. Y lo hace con ímpetu y a lo largo de varias escenas. Continúa en 1977 en La espía que me amó, para enlazar una buena serie a través de Solo para sus ojos (1981), Panorama para matar (1985) y Alta tensión (1987), constituyendo, todas ellas, la gran serie esquiadora del personaje (a pesar de que en la última de las citadas él no sea quien esquíe, sino sus perseguidores). En la última, El mundo no es suficiente (1999), los esquís ya son carving. En todas las anteriores no. Desde el punto de vista del esquí, tienen mucho más interés (y duración) las producidas previamente, las cuales, en conjunto, configuran un muestrario interesante de evolución del esquí a lo largo de dos décadas. Recrearnos en todo ello daría para mucho, pero es algo en lo que no voy a entrar porque ya lo he hecho en el documental artesano propio que titulé Esquiando con James Bond, actualmente disponible para según que propuestas de exhibición.

Por otro lado, me consta que, dosificadamente en Nevasport, el blog Discovery Snow ha empezado a publicar (eventualmente) una serie de artículos muy detallados dedicados al universo Bond. Así que, forofos de 007, allí tenéis otra fuente añadida de información.

Sin embargo, en mi documental hay un importante fleco que no he tratado. Me refiero a la figura de un secundario. No se trata de un actor ni personaje, sino de un especialista en el diseño y filmación de escenas de esquí para el cine de ficción. Los más avispados ya se lo estarían suponiendo… ¡Willy Bogner!

«’Un día alguien me preguntó por teléfono si quería ser cámara en la siguiente película de Bond’, recordaba Willy Bogner Jr. ‘¡Cuando, como cineasta amateur que nunca ha ido a una escuela de cine, recibes una llamada como esa, te piensas que es una broma!’ Pero la llamada no era broma – quien llamaba resultó no ser otro que el mismísimo Albert R Broccoli. El productor de Bond había visto el debut fílmico de Bogner “Ski Fascination” (1964) y su documental “Grenoble Olympia” (1968). Para este, Willy había sido el primer cámara esquiador en correr por la pista de descenso de los Juegos de Grenoble detrás de una corredora, y Broccoli andaba buscando un cámara especial y salvaje que pudiera grabar una persecución en esquís para 007. El resto es historia. Bogner filmó escenas para “Al servicio secreto de su majestad” (1969) y ejerció como director del equipo de esquí. Después de ello, trabajó en tres películas más de Bond: en “La espía que me amó” (1977) fue responsable de dirigir y filmar las secuencias de esquí; en “Solo para sus ojos” (1981) trabajó como cámara especial y director de las secuencias de esquí; en “Panorama para matar” (1985) lo hizo como director de la secuencia preliminar a los títulos, y como cámara. En cada una de las cuatro películas, 007 vistió atuendos de esquí de la firma Bogner. Un bagaje nada malo considerando lo que Bogner había pensado inicialmente cuando recibió la llamada». (bogner.com, traducción propia).

A Willy Bogner (Jr.) lo del esquí le vino desde la cuna. Su padre, Willy Bogner Sr. había sido competidor en disciplinas nórdicas. De hecho, nuestro personaje (el hijo) fue un competidor bastante bueno, de nivel de JJOO y Campeonatos del Mundo, en esquí alpino. Sus padres estuvieron muy vinculados a la moda del esquí:

«El éxito de Bogner como esquiador le permitió a él y a su esposa, María, establecer una línea de ropa en 1932, que incluía equipar al equipo nacional de esquí alemán en los Juegos Olímpicos de Invierno de 1936. Después de su periodo como prisionero de guerra durante la Segunda Guerra Mundial, Bogner Sr. regresó a su negocio en 1947. El desarrollo de pantalones elásticos de su esposa a principios de la década de 1950 llevó a que celebridades como Marilyn Monroe, Jayne Mansfield e Ingrid Bergman los adoptaran y contribuyó a la prosperidad de la empresa». (Wikipedia, versión en inglés).

¡Y no hemos acabado con Bogner! Volverá a aparecer en la siguiente entrega. Resulta inevitable, lo cual no es mala noticia.

Bogner trabajando en una de James Bond. (Imagen: bogner.com).

 

Volviendo al cine español, en 1968 se estrenó ¡Cómo sois las mujeres! De Pedro Lazaga. Es la típica comedia nacional de la época con una pareja de guapos, como lo eran Teresa Gimpera y Arturo Fernández, en los papeles de un matrimonio. Hay muchos secundarios bien conocidos por el público, y el filme en sí no aporta nada relativo al esquí salvo su introducción (previa a los créditos). Está filmada en Navacerrada y alterna tímidos besuqueos y baile agarrado, con una breve escena de virajes esquiando entre árboles y varias tomas de la pareja rodando con un descapotable amarillo (un Austin-Healey) que acarrea los esquís pinados detrás de los asientos. Es una carretera de montaña con nieve en sus bordes y en el paisaje alrededor. Son tablas de madera con la típica suela sintética amarilla y con cantos atornillados. Las fijaciones ya presentan punteras pivotantes, pero siguen siendo de cable. Algún rato se ve a los actores cargar con ellos al hombro. La escena es breve pero completa, porque reúne cuatro típicos componentes alusivos a la imagen moderna idílica del esquí en aquella época: acción esquiando, acarreo del equipamiento, sexualidad implícita y un automóvil deportivo y atractivo. Tales atributos, precisamente, son los que hacían de este deporte un recurso tan habitual en las películas de espías, aunque en este caso no estemos ante una de ellas.

Nos queda una última película para cerrar este periodo. Es de 1969 y hay que encasillarla como verdadera película de cine, aunque trate, completamente, sobre esquí de competición. Concretamente sobre descenso. Fue dirigida por Michael Ritchie y su reparto lo encabezan dos reconocidas estrellas: Robert Redford y Gene Hackman. Se titula El descenso de la muerte (Downhill racer) y el guion es del novelista James Salter. La película gira en torno a los conflictos personales y relacionales de un corredor norteamericano de descenso que va muy a lo suyo. Se ambienta en lo que entonces era el circuito de descensos de la Copa del Mundo, y en los JJOO. Algunas escenas (pocas) están algo aceleradas artificialmente (una lástima), pero la película está muy bien recreada y aporta mucho esquí y ambiente específico. De hecho, podemos considerarla como uno de los escasos clásicos del subgénero de esquí. Desde el punto de vista humano, toda ella gira alrededor del equipo estadounidense masculino de descenso, que trata de abrirse camino entre la élite, que por aquel entonces era casi exclusivamente centroeuropea. Es un equipo modesto, amateur y dependiente estructuralmente de fondos y patrocinios americanos no directamente publicitados. Lo forman el entrenador, uno o dos auxiliares y un puñado de corredores. Recorren el circuito principal de descensos en Europa, y la película lo hace a través de los escenarios (e imágenes de competición) reales: Wengen, Megeve, Kitzbühel, St. Anton, etc. Podemos ver los trazados de los diferentes descensos y los ambientes urbanos de las localidades. El material, cascos, gafas, botas, fijaciones, esquís, etc. Es claramente apreciable (marcas y modelos incluidos), lo cual sirve como documento cinematográfico de su estado evolutivo al final de la década de los sesenta.

Desde el punto de vista narrativo, la historia, coherente con la personalidad de su protagonista, deja mucho por decir o explicar, especialmente a nivel de sentimientos, emociones, motivación personal, etc. Supongo que eso provenga de las intenciones de su guionista J. Salter. Del escritor, por curiosidad posterior, leí una novela que resultó ser preferentemente erótica (Juego y distracción). Siendo dos obras completamente diferentes, me pareció encontrar algunos puntos de relación entre ambas: la novela tiene un estilo narrativo muy fílmico, que procura despertar en el lector cierta visualización del relato; en la película y en la novela se insertan sendos homenajes a dos coches deportivos legendarios; ambas historias se basan en las vivencias de un joven norteamericano en ambientes rotundamente europeos; y las dos narrativas resultan muy directas y parcas en palabras. En cuando a la película, habrá a quienes les guste y a quienes no, pero lo dicho, se trata de una de las pocas películas de ficción narrativa ambientadas en el deporte del esquí.

El equipo americano de la película. (Imagen: amazon.com).

 

Redfort y Hackman en la película. (Imagen: ebay.com).

 

NOTA DE INTERÉS: sería extremadamente difícil, además de excesivo, hacer referencia a todas las películas existentes (muchas de ellas poco o nada conocidas) con temática esquiadora. Para los más interesados en el asunto, recuerdo/recomiendo seguirle la pista a algunas otras sin necesidad de salir de Nevasport:

Blog: Retro Esquí.
En el apartado videos: Un siglo de esquí a través del cine.

 

 

 

 

2 Comentarios Escribe tu comentario

  • #1
    Fecha comentario:
    02/05/2024 09:57
    #1
    "Downhill racer": sólo por ver a Robert Redford :love: vale la pena ;)
    Recuerdo una escena que transcurre en Francia donde a Redford le preguntan "vous parlez français?" y el responde "un petit pois" :lol2:

    karma del mensaje: 13 - Votos positivos: 1 - Votos negativos: 0

    • Gracias!
  • #2
    Fecha comentario:
    02/05/2024 17:15
    #2
    Madremía, qué cantidad de joyas 💎 en un solo artículo :love:

    Pepe

    karma del mensaje: 13 - Votos positivos: 1 - Votos negativos: 0

    • Gracias!

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