Nivel: de principiante a medio
De pie: la posición
centrada es, simplemente, de pie. Lo que pasa es que “de pie” en esquí
no es exactamente lo mismo que de pie en el salón de nuestra casa. Las
botas modernas obligan adoptar una postura de semiflexión articular en
los tobillos, las rodillas, las caderas y toda la espalda, pero el peso de
nuestro cuerpo recaerá principalmente sobre la de los pies. Vamos, que de
pie significa “en las plantas de los pies” aunque no estemos erguidos
como cuando andamos por la calle.
Lo primero que suele experimentar un principiante al
colocarse sobre los esquís es que, en cuanto éstos comienzan a deslizar, el
cuerpo se “va para atrás”. Aunque no sirva de consuelo, hay que
saber que esta sensación le acompaña el resto de su vida de esquiador pero,
como aprende a controlarla, se termina convirtiendo en una de las fuentes de
placer del esquí.
Para evitar este desequilibrio se suele decir que se
echen las manos para adelante, que se apriete en las espinillas etc. Con todos
estos son trucos se pretende que uno se mantenga precisamente “de
pie”, pero lo más fácil del mundo para permanecer centrados es
simplemente eso: pensar “de pie”. Desde que aprendimos a caminar de
pequeñitos, hemos desarrollado un enorme repertorio de mecanismos de equilibrio
para permanecer en nuestra posición bípeda y, solo con la intención de
mantenernos “de pie”, ya tendremos la mitad del camino andado.
¡A mí me la vas a dar!
pensará alguno que ayer mismo se estaba pegando unas toñas monumentales. Pero
si uno hace unas pruebas, y progresa poco a poco desde el descenso
directo, comprobará que digo la verdad: si pretendo permanecer en las plantas
de los pies todo será más fácil, con la ventaja añadida de que, como tengo
que pensar en ellos para dirigir los esquís, no tendré que liarme con
muchas cosas distintas.
Volviendo a la cuestión técnica, con la flexión
articular de la que hablaba arriba nuestro cuerpo estará relajado y
podremos adaptarnos mejor a las fuerzas externas con las que vamos a lidiar en
el descenso. También los pies tendrán que estar separados. Antiguamente
se señalaba como separación natural la anchura de las caderas, aunque una
separación levemente mayor nos dará una dosis extra de equilibrio y no
nos vendrá nada mal.
En esa postura, con las manos separadas del cuerpo
y adelantadas, equilibrándonos, comenzaremos a notar cómo somos capaces
de abrazarnos a la fuerza de la gravedad; y con el pensamiento puesto en
nuestras plantas, sentiremos el placer inconmensurable de dominar el equilibrio
mientras experimentamos la satisfacción sensual del deslizamiento. Je, je.
Yendo de pie, estaremos preparados para hacer curvas y descubrir otros
secretos – mucho más emocionantes - de la posición en el esquí.
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